A nivel cinematográfico, Argentina y España históricamente fueron dos países muy relacionados. Muchos actores argentinos emigraron al viejo continente y lograron triunfar en territorio ajeno como Leonardo Sbaraglia, Federico Luppi o Ricardo Darín, entre otros. A la hora de pensar la lógica inversa, la cantidad de nombres disminuye: quizás el caso más emblemático resulta ser el de Imanol Arias, quien conquistó al público argentino en, por ejemplo, Camila (1984), José Sacristán o, más acá en el tiempo, Santiago Segura.
Sin embargo, desde hace unos años, una española empezó a pisar fuerte en el espectáculo argentino: Paula Cancio. De la mano de su marido Miguel Ángel Solá, llegço en 2015 para protagonizar en televisión La leona y eso marcó su ingreso-en el caso de Miguel, la vuelta- al mercado cinematográfico. Luego de haber participado de la producción española Felices 140 (2015) y de la coproducción argentina-española Retiro voluntario (2017), Cancio protagoniza junto a Benjamín Rojas Eso que nos enamora, comedia romántica dirigida por Federico Mordkowicz. Allí, interpreta a Noemí, una fotógrafa que conocerá a Ariel (Rojas), un chico que acaba de ser dejado por su novia y se queda sin casa y sin trabajo.
-Segunda película en la que participás desde tu llegada a Argentina, ¿cómo vivis este momento?
-Con mucha ilusión. Primero, porque es mi primera película íntegramente rodada acá. Antes, estaba haciendo coproducciones, ninguna era totalmente nacional. Partimos de un guión sencillo, pero a la vez lleno de emoción. Me atrajo mucho por la historia que contaba Eso que nos enamora y, sobre todo, por lo que no cuenta, por ese espacio abierto que se le deja al espectador para que también imagine lo que sucede.
-¿Fue el guión lo que te llevó a decir que sí?
-Sí, en gran parte. Además, con Benjamín teníamos muchas ganas de trabajar juntos. El director también fue una pieza importante. Me da mucha ilusión trabajar con aquellos directores que hacen óperas primas, porque, de alguna forma, yo también estoy comenzando en muchos sentidos. Entonces, al cruzarme con un la ilusión de un director que te habla de su gran sueño, enseguida me empapo de esa energía y me sumo.
-El filme también plantea una concepción del amor diferente a otras películas. En este caso, habla de los tiempos, de cuando el amor sorprende. Y los roles del hombre ganador y la mujer seducida no se hacen presentes.
-Sí, exactamente. Habla de los momentos, de la sincronicidad del tiempo. Son dos personas que se conocen quizás en el momento más inoportuno para ambas pero que al final algo sucede. En este caso, Noemí es una fotógrafa que viene de una experiencia bastante traumática, con un bagaje de dolor a cuestas y que se encuentra con el personaje de Benjamín. Él es una bocanada de aire fresco a lo que ella estuvo viviendo y una puerta abierta hacia volver a empezar. Es ese camino el que transitan los dos personajes.
-Llegaste a Argentina hace un par de años ya, en parte por cuestiones familiares y laborales ¿Siempre quisiste venir a trabajar acá?
-Sí, obviamente. Siempre fue un país que me llamó muchísimo la atención. Soy una enloquecida del cine argentino. De hecho, viendo películas conocí a muchos de los actores a los que hoy tengo de compañeros. Eso es un lujo. La idea de viajar a Buenos Aires era un sueño mayor que irme a Hollywood.
-¿Notaste diferencias en el modo de trabajar en ambos países?
-Algunas, pero son más las similitudes. En ambos países, lo que priman son las emociones. Son industrias pequeñas que se centran en hablar de emociones, de sentimientos y de las cosas que le suceden a la gente. En el modo de trabajar y hacer las cosas también son bastante parecidas. Sin embargo, con esta última película si bien estaba todo muy armado, ha habido lugar también para hacer mucho sobre la marcha. Eso que nos enamora es una película hecha a pulmón y eso me atrae mucho.
-Ni bien llegaron al país con Miguel, dijeron que era por apenas unos meses. Pero ya van casi cuatro años, ¿pensaron en abandonar el nomadismo y volverse más sedentarios?
-En realidad, somos totalmente nómades. Vivimos con una maleta a cuestas y una hija. Ella, por suerte, ya tiene nuestro estilo de vida. Sin embargo, está cada vez más grande y eso es lo que, de alguna forma, nos obliga a ser progresivamente más sedentarios. Cuando una es madre, tiene responsabilidades, sobre todo a medida que va creciendo. Por ejemplo, necesita ir a un colegio. Aunque el viajar forma parte de esta profesión es por eso que vamos y venimos. Pero por un deseo nuestro, la base es cada vez más Argentina.
-Esto también se vincula con un resurgir de Miguel en el cine.
-Sí, obvio. Creo que era algo que tenía que suceder. Pienso que Miguel es uno de los grandísimos actores de este país. Era solo una cuestión de que volviera a tener esa oportunidad para demostrar lo grande que es. Por suerte, se le dio.
-Al ser una actriz que viene de afuera, ¿sentiste alguna vez algún tipo de presión o desafío por demostrar acá?
-Yo no me baso en los desafíos para afuera. Para mí, el desafío es intrínseco a mí, son cuestiones personales pero no para demostrarle algo a alguien sino para demostrármelo a mí misma. Con cada personaje que hago, doy el cien por ciento y ese es mi éxito. Lo que sucede con el afuera es algo que está fuera de mi control.
-Al principio, cuando llegaste al país, los ojos de la prensa se centraron en la diferencia de edad que tienen con Miguel, ¿alguna vez sentiste ese prejuicio?
-Con Miguel Ángel nos enamoramos de las personas que éramos. Cada uno traía una edad y una vida diferente, circunstancias y nacionalidades distintas, pero nos enamoramos de lo que cada uno aportaba al otro. En ese sentido, el foco sobre la edad lo puso el afuera mucho más que nosotros. Me llama mucho la atención todavía cuando veo que hay reportajes que hablan de nosotros y ponen las edades en negrita. Los 34 años de diferencia siguen siendo titular. Eso es donde ellos ponen el punto, pero para nosotros nunca ha tenido ningún peso.
-¿Y a nivel laboral? ¿Sentiste el prejuicio de estar acomodada?
-No, insisto que el prejuicio está en los ojos del afuera. Yo trabajo mucho y creo que quien me ha visto en el teatro sobre el escenario, entiende por qué estoy ahí arriba. Nadie me regaló nada, yo estoy en este medio por mérito propio. Obviamente, soy consciente y agradezco algunas oportunidades que me han brindado por el hecho de estar junto a una figura tan importante como él. Pero el teatro es maravilloso, ahí no hay engaño posible. Yo no tengo que demostrar nada a nadie, tengo peso por mí misma. Es una alegría y estoy muy orgullosa de ser la mujer de quien soy.
-Han compartido rodaje en Retiro voluntario pero sus personajes no se cruzaban, ¿harían un protagónico juntos en cine? ¿hay propuestas?
-Obvio, lo que pasa es que todavía el hecho de que haya tanta diferencia de edad marca una cuestión de casting: sería la amante del mafioso, como sucedió en La leona, o su hija. No tenemos un casting común como para hacer de matrimonio, y somos plenamente conscientes de eso. Nosotros trabajamos juntos en los proyectos que llegan y tienen una cabida natural. Nuestras carreras estaban encaminadas desde antes de conocernos y cuando hay un proyecto que nos gusta, que nos resulta interesante y nos permite crecer a los dos, somos felices porque tenemos mucha química trabajando juntos.
-Incluso, muchos de sus trabajos compartidos son producto de la autogestión.
-Sí, eso ocurre sobre todo en teatro. Nos gusta tanto trabajar juntos que vimos en esa manera una oportunidad de ensamblar un reparto los dos. Además, como familia nos es mucho más fácil movernos con una obra de teatro. Pero estamos abiertos a cualquier oferta que nos llegue, sea juntos, separados o como venga. Nosotros nos basamos sobre todo en el proyecto, no es indispensable trabajar juntos sí o sí para hacerlo.
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