Dos tendencias que a los codazos se empeñan en hacerse un lugar en el panorama local. Por un lado está el cine de género, impulsado por un colectivo de directores que confía en que se puede hacer terror del bueno. Por el otro, la necesidad de salir de lo contemporáneo y ambientar las historias en otros tiempos y geografías. Ambos carrilles confluyen en Punto muerto, la nueva película de Daniel de la Vega.
El filme, que tiene pensado el estreno para el último tercio del año, está protagonizado por Luciano Cáceres (más alejado que nunca de su imagen televisiva), Osmar Nuñez, Rodrigo Guirao, Natalia Lobo, Daniel Miglioranza, Enrique Liporace y Sergio Boris.
Mezcla extraña de thriller sobrenatural y policial negro, la historia comienza en los años ’40, con un grupo de escritores alojados en un hotel apartado. De pronto, y para sorpresa de todos ocurre un asesinato. La investigación para buscar al culpable comienza, y todos son sospechosos.
No hace falta remarcar los parecidos con los relatos de Agatha Christie, escritora que la película parece buscar homenajear. Y si una fórmula probada podría presuponer una actitud cómoda, el verdadero riesgo de Punto muerto es que fue filmada integramente en blanco y negro. Una curiosidad que se condice con la puesta en escena. El inquietante hotel se ambientó tomando como base una casona semi abandonada de San Telmo, otros escenarios incluyen un vagón de tren de los terrenos del Museo del Ferrocarril.
Punto muerto implica dos regresos. Por un lado el de Natalia Lobo, que no hacía cine desde La despedida (2011). Y también el de Rodrigo Guirao Díaz, que aceptó por este proyecto que tuvo cinco semanas de rodaje, volver de México donde estaba viviendo.
Punto Muerto contó con el apoyo de QK Films y Malevo Films para la producción.
El maquillaje oculta la bondad natural del rostro de Luciano Cáceres, revelando su lado más oscuro.
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