La historia que propone Julia Solomonoff en Nadie nos mira presenta a Nico (Guillermo Pfening), actor de 30 años que abandona una prometedora carrera actoral en Argentina. Luego de la ruptura amorosa con su productor, el hombre llega a Nueva York lleno de fe en sí mismo, atraído por la idea de que su talento le ayudará a encontrar el éxito por su cuenta y recuperar su autoestima.
Pero las cosas no son tan fáciles. Demasiado rubio para hacer de latino y con un acento demasiado fuerte para hacer de cualquier otra cosa, Nico no encaja y se ve obligado a hacer malabares para sobrevivir. Se niega a volver a casa fracasado y logra mantenerse a flote gracias a su habilidad de pretender ser algo que no es. Sin embargo, termina perdiéndose en sus propias mentiras. Theo, el bebé que cuida pasa a ser su único vínculo amoroso.
-Una de las primeras cosas que llama la atención de Nadie nos mira es que corrés la imagen del inmigrante de los estereotipos muchas veces propuestos por el cine.
-Las batallas del personaje de Nico son menos urgentes y peligrosas de las de aquellos que arriesgan sus vidas cruzando fronteras. Sus circunstancias son menos desesperantes, él tiene educación, conoce el privilegio y su “buena imagen” le permite atravesar mundos que otros inmigrantes ilegales estereotipados no pueden.
-Y sin embargo están presentes la identidad, el desarraigo…
-Somos testigos de esa cuerda floja por la que camina. Los latinos son la comunidad de mayor crecimiento en Estados Unidos, pero nuestra complejidad, diversidad y riqueza cultural es con frecuencia ignorada. Queremos abrazar la especificidad de nuestras experiencias sin perder aquello que la limita.
-¿Cómo elegiste las locaciones?
-Nueva York es un personaje más, queríamos evitar la versión de postal. Nico anda en bicicleta a través de la ciudad brillante, colorida, cruda y difícil. Andar el bicicleta es su modo de estar en contacto con el pulso urbano, desde lo agresivo a lo placentero, desde un paseo junto al río a una desafiante lluvia invernal, del ajetreado y caótico tráfico del centro, a un parque idílico en el otoño. Estas locaciones fueron elegidas para subrayar las tensiones dramáticas del guión. Para capturar mejor la energía de la ciudad trabajamos con un equipo mínimo y casi sin modificaciones a los lugares en los que filmamos. El marcado contraste entre las estaciones es utilizado como recurso narrativo, para reflejar los humores internos y la progresión dramática. De un otoño contemplativo dorado a un invierno oscuro y frio, y luego subitamente a un enceguecedor sol de Buenos Aires. si bien puede ser un desafio de produccion los arcos dramáticos de Nico se beneficia en gran medida de estas elipsis, de estos cambios de color.
-¿Cómo fue tu acercamiento narrativo para contar la historia de Nico?
-Nadie nos mira es un retrato, pero se desarrolla como un misterio. Es un yo subjetivo, una polaroid de una hombre elusivo en transición. Somos engañados por Nico, por sus modos errantes. Nos preguntamos quién es, por qué esta acá, por qué no puede encontrar su lugar. Alterna momentos livianos con secuencias más introspectivas y nostálgicas, sin ser solemnes o demasiado conscientes de uno mismo. Quería darle el sentido de un diario personal: eliptico, fragmentado, y poético, dirigido por el carácter y la percepción, no solo por el argumento. En este sentido no intenta explicar o dar respuestas lógicas sino seguir fielmente una travesía emocional. Nico no rejuvenece, el tiempo y las oportunidades lo pasan. Existe una tensión entre el modo en que nos distraemos fácilmente por los ruidos citadinos, siempre pretendiendo ser jóvenes.
-Sigamos hablando del uso de las distintas etapas del año.
-Quería usar el cambio de las estaciones de un modo impresionista, pero también utilizarlas para exacerbar el arco dramático del personaje. Nueva York en el verano tiene una energía juvenil, contagiosa, el otoño es exquisito, nostálgico… pero se vuelve bastante amargo en el invierno. Estoy agradecida de que pudimos trabajar con un equipo pequeño y flexible que permitió extender la filmación entre las estaciones… Eso implicó un compromiso muy grande, especialmente de parte de Guillermo.
-¿Siempre pensaste en Guillermo Pfening para el papel?
-Escribí el film con Guillermo en mente. Me gusta su presencia, tiene una suerte de “lado oscuro” y también una ternura increíble. Se suponía que íbamos a filmar en 2014 pero no obtuvimos los fondos, así que tuvimos que esperar un año completo. Afortunadamente, en ese año, tuvo un bebe con una amiga, y tuvimos la suerte de que su bebé pudiera hacer la parte del verano de la película, utilizamos un bebe diferente en el otoño.
-¿Y con respecto a la forma de hablar?
-Luego de capacitarse con un coach inglés durante un año era evidente que necesitábamos reescribir los diálogos de Nico y utilizar su acento, no intentar taparlo o negarlo, sino incorporarlo como su obstáculo dramático. El lenguaje es una parte tan relevante de la actuación, he visto grandes actores limitados por eso.
-Se nota tu preocupación por el lenguaje en los distintos tipos de acentos que tiene el filme.
-Audicionamos actores y no actores de distintas nacionalidades. La película navega del español al inglés, e incorpora otros idiomas dado que con frecuencia escuchamos que muchos coexisten en los subtes, plazas y calles de Nueva York. En vez del horrible español neutro que impone la televisión en la región, Nadie… posee distintos acentos regionales de América Latina, el musical colombiano, el argentino con tonada italiana, las ingeniosas expresiones mexicanas y el colorido spanglish. La película es una celebración de panamericano que también se manifiesta en el habla.
Dejar comentario