En el mundo artístico, la popularidad muchas veces llega de golpe. De un momento a otro, el ojo de la sociedad se posa sobre un artista y su camino se transforma, talento y masividad se suman dando un resultado perfecto.
Maite Lanata tiene 18 años, y tras haber participado en Mía (2011), película dirigida por Javier Van de Couter, y en El elegido (2011), telenovela donde interpretaba a la hija autista del personaje de Pablo Echarri, este año volvió por partida doble: al éxito televisivo de 100 días para enamorarse se suma el estreno de Yanka y el espíritu del volcán, película de Ivan Abello, que protagoniza.
Yanka es una niña de trece años que vive junto a su padre. Su madre los abandonó diez años atrás, dejándole a ella como único recuerdo un collar con tres piedras. Según testigos, la madre se perdió en el bosque del Copahue la noche en que el volcán entró en erupción por última vez, y nunca más se volvió a saber de ella. Tras varios meses de búsqueda, las autoridades la dieron por muerta.
El dia del casamiento del padre, Yanka se revela y, mientras su padre se va de luna de miel, decide ir al bosque a buscar a su madre. A lo largo de la travesía fantastica, la chica descubre que es la última descendiente de la dinastía de los Gwen Winkul , y que tiene una misión que cumplir antes de que se complete el siguiente eclipse de luna.
-Yanka se estrena después de cuatro años, es tu segunda película y tu primer protagónico ¿Cómo llegaste al proyecto?
-Conocí la propuesta a través de María Laura Berch, quien fue mi coach actoral en Mía. Ella me propuso para el personaje y al director le gustó mucho la idea. Lo que en ese momento me interesó del proyecto es que se filmaba en Neuquén. También, era un desafío rodar todo con efectos especiales y el croma. Tenía que imaginarme que había cosas que no estaban. Eso generó un combo que fue un gran desafío para mí con 13 años.
-Siempre hablás de que te gusta mucho componer los personajes y afrontar todo un proceso de investigación previo ¿cómo fue en este caso? Si bien es una película para chicos, tiene también una veta social y cultural marcada.
-Si, principalmente en cuanto a los orígenes mapuches. Está bueno que, al ser una película orientada hacia los chicos, hable un poco de nuestros orígenes. Investigué sobre eso. Después, también hubo mucha preparación física, yo soy un queso en los deportes, entonces tuve que entrenar mucho. Al filmar en Neuquén, la altura hizo que nos falte más el aire y afectaba la capacidad pulmonar. Nos agitábamos más. Entonces, tuve que hacer mucha natación y correr para aprender a manejar mejor el aire.
-¿Qué te pasó cuando viste la película terminada después de tanto tiempo?
-Me critiqué mucho. Soy muy autocrítica y hay cosas de mi actuación que no me gustan. Pero, por otro lado, también estoy contenta porque siento que mejoré en algunas cosas. Hay escenas en las que me veo y siento que, en ese momento, no pasaron mucho por el cuerpo y lo sensible. Quizás ahora las haría de otra forma.
El elenco de Yanka lo completan Ezequiel Volpe, Juan Palomino, Enrique Dumont, Beatriz Pichimalen y Leto Dugatkin.
-Ahora formás parte de una generación que es políticamente más activa. Incluso, te has definido como una chica con convicciones y te pronunciaste públicamente en cuestiones como la legalización del aborto o la defensa de la educación pública.
-Soy una persona de convicciones, pero a la vez hay cosas que prefiero no decir u guardármelas para mí porque lamentablemente pueden afectarme laboralmente. Hay actores que, por decir lo que piensan, terminan teniendo menos trabajo. Eso no es para nada positivo, pero es la realidad. Pero a la vez, siento que otros temas me sobrepasan e intento mostrarlos públicamente porque me parecen interesantes. Hace poco participé de la primera vigilia en la Universidad de las Artes (UNA). Estábamos todos muy orgullosos de lo que estamos logrando. Además, era la Marcha Nacional en defensa de la educación pública y sentí que mostrar eso era una forma de promocionarlo y visibilizar la lucha que hay en las universidades.
-¿Qué opinás del cuestionamiento hacia los artistas que se expresan políticamente?
-No está ni bien ni mal. Hay actores que priorizan su trabajo por sobre sus ideas políticas. Entonces, cada vez que les preguntan tratan de responder muy en general, sin definirse claramente. Eso es algo que no se debería juzgar porque vivimos en una sociedad que estigmatiza, que encasilla, donde se necesita rotular constantemente a las personas y quizás por una opinión, un actor no puede trabajar en un canal determinado. En ese sentido, hay muchos que entienden esto, intentan mantenerse al margen y guardar sus ideas políticas y personales lejos de lo laboral.
-Sin embargo, vos decidiste expresarte ¿participaste de Actrices Argentinas, no?
-Es que te repito, hay cosas que me interpelan, me sobrepasan y decido involucrarme. Con las compañeras actrices armamos toda una presentación en el Teatro Cervantes. Fue algo masivo. Sucedió que como las figuras grandes se mostraron con el pañuelo verde, hizo que muchas otras figuras más chicas se animen. Muchas actrices no se hubieran animado a mostrarse si no fuera porque otras compañeras referentes lo hicieron antes.
-¿Es real que todavía seguís sin saber si querés finalmente dedicarte a la actuación?
-En realidad, siempre fui muy indecisa. Aunque ahora sí estoy más convencida. Sin embargo, cuando estaba terminando el colegio, estuve a punto de estudiar Comunicación Social en la UBA. Igualmente, sigo con la idea de hacerlo en algún momento. Finalmente, me incliné por el UNA porque justo había empezado con la obra de teatro Jazmín de Invierno, y me parecía que había herramientas que eran necesarias para encarar el proyecto. Quizás la duda con respecto a la actuación ahora se calmó pero capaz cuando empiece a estudiar otras cosas, descubra que me gustan más. No descarto meterme en la dirección de cine. Quizás me doy cuenta que dirigir a los actores me apasione más que ser actriz.
-¿Esa indecisión tiene también que ver con la inestabilidad del medio y de la carrera actoral? Siempre se habla de que es muy difícil proyectar a futuro a nivel laboral.
-En parte sí, igual siempre ante la indecisión me escucho mucho a mí misma. Cuando estaba en el colegio mi prioridad era terminarlo tranquila y estar con mis amigos, entonces elegía los proyectos con mucho tiempo de anticipación. Me tenía que enamorar del personaje para aceptarlos. Por ahí, me llegaban propuestas que no me convencían del todo, dudaba en aceptar pero decidía no hacerlo. Pero ahora la cosa cambió. Lo veo más como un trabajo que económicamente me va a servir. Si la inestabilidad económica aparece, y por ahí voy a tener que aceptar cosas que no me convenzan del todo. Hay muchos actores que famosos que están haciendo cosas que no tienen nada que ver con su onda. Por ejemplo, participar del Bailando por un sueño.
-¿Llegarías a aceptar algo así en caso de que el hambre lo demande?
-Creo que sí, me treparía al caño (risas). En realidad, no me gustaría nunca estar en el Bailando... Pero si uno lo necesita económicamente, si estás pasando hambre, habría que ver.
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