Magalí surge de varias situaciones que fueron pasando en mi vida. Me mudé a Salta con mi familia, pareja y dos hijos chicos. Luego comencé a trabajar mucho editando películas en Bolivia. Al principio iba en avión pero luego se fundió la compañía. Fue allí que comencé a hacer por tierra un gran porcentaje del viaje. Primero micro a Aguas Blancas, taxi para llegar al puente por el que se cruza a Bermejo, allí un taxi comunitario hasta Tarija y desde ahí un avión a La Paz o Cochabamba dependiendo de la producción. En estos muchos viajes me atrapó la cultura andina, sobre todo ver como esta no respeta las fronteras políticas.
Con este embrión de proyecto aplicamos a IBERMEDIA junto a mi amiga y productora de la película, Sandra Gugliotta. Increíblemente, ganamos el premio al desarrollo. Con este apoyo pude fortalecer la parte narrativa viajando a lugares en los que imaginaba podía transcurrir la historia. Viajes de investigación, de recopilación de información, para nutrirnos. Pero la gran decisión fue incorporar a Daniela Seggiaro en el guión. Con ella la historia creció, no solo en volumen narrativo sino en profundidad.
Viajamos por La Puna intentando llegar al pueblo más cercano a la triple frontera, entre Argentina, Chile y Bolivia. Buscábamos conocer este punto un poco por curiosidad y otro por ver el manto de la cultura andina que no respeta los límites políticos entre los países.
En viaje a Toro, nos hospedamos en Susques, un pueblo un poco más urbano, ya que se llega por ruta de asfalto que nos permitía hacer base para llegar a Toro. Si bien parece que es algo sencillo llegar, Susques está muy lejos, a más de tres horas de San Salvador; se encuentra a casi 4000 metros sobre el nivel del mar, en una de las zonas más secas del planeta.
Después del viaje seguimos escribiendo el guión junto a Daniela; y, junto a Sandra, buscamos la financiación. En medio de este proceso me separé. Tenía que decidir si me quedaba viviendo en Salta o regresaba a Buenos Aires. Empecé a preguntarme como sería la relación con mis hijos viviendo en ciudades diferentes y no estar presente permanentemente con ellos durante su crecimiento. Decidí quedarme en el norte y poder compartir su día a día.
Yo seguía trabajando mucho en Bolivia haciendo ese viaje agotador por tierra. Mis pensamientos se fueron mezclando en el relato final que es Magalí, las inquietudes por lo territorial de una cultura y la desvinculación familiar entre una madre y un hijo por otro lado.
Cercanos al momento de filmar se me cuestionó desde producción la locación principal, ya que se dificultaba llevar al equipo. Trabajar en la altura (casi 4000msnm) no es algo sencillo.
Hicimos un nuevo scouting y fuimos por algunos pueblos de la Quebrada de Humahuaca y otros lugares de la puna como Abra Pampa, de más fácil acceso, y también volvimos a Susques acompañado de Silvia Lamas, directora de producción.
La conclusión fue que la historia era en Susques. Ahora había que encontrar a Félix, el protagonista de la historia y al resto de los personajes.
Con Sandra siempre armamos una estrategia de trabajo con una actriz profesional, como Magali, para poder apoyarnos en ella de ser necesario y para tener alguien dentro de los actores que nos pueda ayudar en los momentos que estemos filmando.
Para el personaje de Magali no hicimos casting sino entrevistas con algunas pocas actrices que propuso Sandra. No tuvimos dudas de que Eva Bianco era la indicada para el personaje.
Ella reunía muchas cosas, no era porteña así que el acento era más cercano al Jujeño o más fácil de acercar. Para mi y para Daniela los diálogos y la forma de hablar de los lugares importaban mucho. Eva ya tenía experiencia en trabajar con actores naturales como en la película “Los labios” y un gran talento. Y si a eso le sumamos su amorosa personalidad y toda su entrega, no hubo dudas acerca de la elección.
El rodaje, fue otra gran aventura. Llevar a un equipo técnico y el equipamiento hasta Susques fue algo increíble. Teníamos claro que no podíamos realizar una película en la manera tradicional, sino que teníamos que tener un equipo súper dinámico.
Lucio Bonelli estuvo dentro del proyecto desde el primer momento, leyendo las diferentes versiones del guión aportando siempre su experiencia. Elegimos una cámara liviana con lentes luminosos, y pocas luces para ganar en velocidad de puesta y prestaciones lumínicas. Esto nos permitía filmar muchas tomas en poco tiempo lo que dejó que los actores naturales llevar el ritmo del rodaje fundamental para lograr lo que buscábamos. Ayudó mucho el gran plan trazado por Diego Morel como asistente de dirección. Y la practicidad estética que tuvo Gabriela Varela Laciar en el arte y el vestuario.
Nuestra experiencia, la de le equipo entero, fue algo maravilloso, ya que estábamos todos al servicio del relato, comprometidos y concentrados.
Como ópera prima solo puedo decir que fue maravilloso y me hace muy feliz poder compartir esta nueva etapa. Mostrarla y que se encuentre con su público es el cierre de una experiencia maravillosa.
Juan Pablo Di Bitonto
(Director de Magalí)
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