Quienes hicimos MALAMADRE creemos que esta es una película necesaria. Siempre que trato de pensar en respuestas posibles a la pregunta “¿por qué?”, canto en mi cabeza esta canción: “Un tornado arrasó a mi ciudad, y a mí jardín, primitivo.” El tema concluye: “Mejor no hablar de ciertas cosas”. La maternidad, para mí, fue ese tornado. Arrasadora, develadora de muchas cosas, un quilombo gigante de amor y contradicciones. MALAMADRE es la expresión fílmica de que para nosotrxs es mejor hablar de ciertas cosas. De esas cosas acerca de las que no se nos “permite” hablar a quienes maternamos.
La experiencia de maternar me hizo encontrarme con mujeres madres a las que les pasaban cosas parecidas, pero todas teníamos clavado en el medio del cuore el imperativo de callar.
A partir de la decisión de tomar el “espacio público” con el lado B de la maternidad, se hizo evidente que la forma era a través de una película, porque ese es el lenguaje con el que yo me conecto: el cinematográfico. Así fue que nos lanzamos junto a Carolina Álvarez, productora, y Agostina Bryk, co-guionista, a buscar mujeres madres dispuestas a sacarse de encima la pesada carga de ocultar, y encontramos a muchísimas. La búsqueda, entonces, debía centrarse en atravesar clases sociales, edades de las mujeres, edades de les hijes y contextos de crianza diversos.
Con ese “crisol de madres” empezamos a pensar en cuál debía ser la puesta en escena que les haga honor. La primera decisión fue el estudio: necesitábamos poder hablar fuera de su cotidianidad. La siguiente, el formato “igualitario” todas serían tratadas con el mismo valor de plano, evitando en la medida de lo posible cualquier ornamentación que nos hiciera imaginar quiénes eran, y en un blanco y negro profundísimo, rugoso, que evidenciara las (bellísimas) marcas de la vida en nuestras caras. Queríamos evitar todo lo que pudiéramos los juicios previos, o incluso la empatía previa. Queríamos fomentar la escucha y mirada atenta. Algo que en el ritmo visual contemporáneo pasa poco. Queríamos, también, reivindicar la belleza de la diferencia, la belleza de las marcas, la belleza de los gestos. Pero otra, no la que habitualmente vemos en los discursos audiovisuales, publicitarios y “del sistema”.
Por último, nos volcamos hacia una puesta sumamente ascética. Las mujeres, y en particular las madres, hemos sido “habladas” por otrxs, siempre. Esta película nos demandaba un esfuerzo extra: quitar el artilugio del medio para ofrecer una versión “en primera persona” de las mujeres que son madres. La sensibilidad de Iván Gierasinchuk para subirse a esta propuesta que a priori “no luce”, se agradece enormemente.
Trabajé con un equipo reducido y con un dispositivo de iluminación y espejos donde la mirada de las mujeres es el centro de atención. Además, se armó el set de manera tal que ellas casi no nos veían, y sólo me oían a mí. El equipo acompañó de manera muy comprometida a crear un clima íntimo, de escucha abierta. Las entrevistas fueron una fiesta, muy emocionantes y con muchísima entrega.
Más adelante en el proceso surgió una gran duda: ¿no hacía falta la mirada de les hijes? La respuesta rotunda era que sí, que no hay maternaje sin hije. Pero… qué miedo entrevistar a les míes. Nuevamente: el equipo. El trabajo con Lautaro, Agostina, Carolina, Ceci y Coni y tantxs, hizo que les chiques se sintieran protegides y contenides para tirarse a la pileta y charlar.
Y nos tiramos el piletazo de producir el teatro de sombras y las animaciones que construyen el relato off, una zona lúdica de la película. Tan contradictoria como la maternidad. Es por momentos tremendo lo que se ve y oye, pero también es divertido y juguetón.
El resultado a mí me conmueve, espero que algo parecido les suceda a les espectadores.
Y acá surge un “personaje” importante: el público. MALAMADRE habla de mujeres madres, pero no está solo dirigida a mujeres madres. Deseamos realmente que esta película ayude a encontrarnos con otres para pensar en las condiciones en que se cría a les niñes. Para eso pensamos una estrategia de lanzamiento que -si bien hablamos de una película chiquitiiiiita- convoque a todes a verla y pensar, con mucho acompañamiento de mujeres y espacios que están trabajando estos temas, entre quienes ya aprendimos que hay un aporte más del feminismo que nos cambia la vida: el tejido de redes.
Amparo Aguilar
(Directora de Malamadre)
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