Me recuerdo, emocionado, mirando las novelas de Verónica Castro, cuando el galán la tomaba entre sus brazos y la besaba redimiéndola de su clase social (estructura clásica del melodrama). Desde mi condición homosexual me veía en la obligación de hacer la transferencia y emocionarme con un relato heterosexual. Haciéndolo propio, con el beso de un hombre y una mujer.
Ver en una pantalla a dos hombres besándose era algo que no se mostraba por televisión, y rara vez en el cine comercial. Esto es lo que nos devuelve el cine GLTTBQ a la población diversa, la capacidad de identificarnos, reir, llorar, proyectarnos, enamorarnos, como lo expresa la “poética” de Aristóteles, permitiéndonos hacer catarsis y encontrarnos, mirarnos, en ese espejo: la pantalla del cine.
Durante años las películas han intentado inútilmente contar la mirada heterosexual de un relato homosexual que no estaba hecho carne en su propia esencia. ¿Quién podría contar mejor que uno mismo nuestra propia historia? Películas de travestis hechas por travestis, películas de lesbianas hechas por lesbianas. ¿Quién conoce mejor que nosotros lo que sentimos, lo que pensamos? En ese contexto, celebro que tengamos un festival argentino incluyente de las diversidades sexuales.
La segunda edición del Festival Internacional de cine LGBTIQ “Asterisco” (que se realizará del 14 al 19 de julio en Buenos Aires) nos ofrece la oportunidad de apropiarnos de nuestro relato y poder expresarnos. Lo merecemos. La grilla brinda algunos títulos y autores de colección. Une Nouvelle Amie de Francois Ozon (miércoles a las 20); Fassbinder: To Love Without Demands, un documental con entrevistas inéditas al genial director alemán (martes a las 18 y sábado a las 21); o la joyita How I Learned to Love The Numbers (jueves a las 18) de Oliver Sechting y Max Taubert. Siempre en el Cine Gaumont.
LA IMAGEN JOVEN
Pero no se trata solo de directores consagrados sino también de recibir y abrazar a la imagen joven. Como Xenia (el jueves a las 17: 20 en el BAMA), una conmovedora película del griego Panos H. Koutras, que analiza varios vectores: lo político racial entre albanos y griegos, y también la sexualidad. Confieso que cuando la vi, derramé varias lágrimas. Children 404 ( el jueves a las 20 en el BAMA) donde la imagen acompaña el discurso visual grabado con cámaras de celulares. Night Flight (el miércoles a las 19 en el Gaumont; y el domingo a las 20 en el BAMA), del coreano Hee-il-Leesong, denunciando los prejuicios de clases sociales agravados por su elección social.
Y hay más, mucho más. Feriado (el miércoles a las 16:20 en el Auditorio Leonardo Favio del Congreso de la Nación), película ecuatoriana de Diego Araujo que nos introduce a la homosexualidad latina, los cuerpos dorados, una geografía social y política que nos identifica. Un párrafo especial merece Heterofobia (jueves a las 23:30 en el Gaumont, y el viernes a las 24 en el MALBA) de Goyo Anchou, con una imagen experimental que promete vértigo y otro lenguaje audiovisual.
La pantalla es como un espejo, un espejo donde mirarnos, reconocernos. Roland Barthes en La cámara lúcida: nota sobre la fotografía, (Paidós, 2009); plantea a la cámara como objeto de legitimación del sujeto, dadora de identidad. En ese espejo nos definimos, nos construimos.
Por eso la importancia de adueñarnos de la imagen, de escribir nuestras propias narrativas y contar nuestras historias en primera persona. Con nuestra propia voz.
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