En el ambiente artístico, hay un dicho popular que plantea que es más difícil hacer reír que llorar a un espectador. Dan Breitman es uno de esos actores que nacieron con el don de generar la risa fácil. Tras su recordado personaje en la serie televisiva Guapas, le sucedieron una serie de participaciones tanto en televisión como en teatro que le valieron el título de uno de los comediantes más reconocidos del país.
Quizás el cine sea el ámbito donde él puede hacer la diferencia. Detrás de la barrera existente entre comedia y drama que hace que algunos actores terminen encasillados, Dan logró demostrar que ahora, los actores no son cómicos y/o dramáticos, sino todo terreno. Luego de algunas participaciones en El rey del once y Permitidos, en Mariel espera, largometraje dirigido por Maximiliano Pelosi y protagonizado por Juana Viale, Diego Gentile, Karina K y Graciela Alfano, Dan encarna al malvado amigo de Mariel y deja de lado, al menos por un rato, el histrionismo al que nos tiene acostumbrados para demostrar que el drama también es lo suyo.
-¿Cómo te llegó la propuesta de encarnar a este personaje?
-A mitad del año pasado me llamó Maximiliano Pelosi. Yo ya había trabajado con él en Otro entre otros (2009). Nos conocemos desde aquel tiempo y en ese momento, me propuso hacer este personaje que vendría a ser el malo de la película. Él trabaja con Mariel en una casa de lámparas. No le importa mucho toda la situación dramática que atraviesa, sino que está más enfocado en terminar un trabajo, chuparle las medias a los clientes y poder llegar a robar el lugar de Carolina, su jefa.
-Si hubiera que definirlo en una palabra, creo que ambición sería la correcta.
-Sí, tiene mucho de ambicioso y trepador. Es un tipo poco sensible. A la vez, también tiene un tinte gay pero no es algo en lo que la película se centre tanto. Se queda más con la maldad, la ironía y en este hecho de que, en verdad, no le importa mucho su amiga. Pero finge como que sí, bien de careta.
-¿Cómo fue todo el proceso de componerlo? Es un personaje bien diferente a lo que venías haciendo. Si bien la comicidad persiste en su acidez y maldad, lo histriónico no aparece.
-En primer lugar, trabajé mucho con Maxi en varios encuentros. Desde el minuto uno, él confió que yo podía transitar un personaje cuya característica principal no fuera ser solamente gracioso. A su vez, con el paso del tiempo, yo también me siento más preparado, con un poco más de oficio y con más herramientas. Eso está buenísimo. A mí me encanta actuar y si hay una propuesta para hacer algo que sale de mis lugares de confort me parece espectacular. Considero que cada actor tiene sus colores y yo puedo trabajar con mi instrumento, mi cuerpo y mostrar facetas diferentes relacionadas con otros condimentos. Salir del solo hecho de estar haciendo el chiste, la marica graciosa o la marica que es compañera de su amiga y le pone el oído.
-Hablaste de las zonas de confort y existen en el ambiente artístico ciertos encasillamientos respecto a los ‘desafíos’ que un actor cómico puede afrontar ¿Cómo sentís eso?
-Lo mío tiene que ver con los personajes que se me fueron dando. Es el caso de Guapas o de mi participación en algún reality como Tu cara me suena, asociado más a lo payasesco o clownesco. Pero el hecho de que lo pueda hacer, no significa que sea lo que más disfruto. Trato de no pelearme con mi color, que quizás tiene que ver con el humor y el histrionismo, pero sé que eso también puede ir por el lado de la maldad, la crueldad o la cizaña y no solo por el chiste fácil. A la vez, creo que cuando uno va creciendo, va teniendo más oportunidades y espacio, lo que te permite ir moldeando los personajes porque se escucha más tu palabra. Ahora me permito plantear cosas que antes no me animaba.
-¿Pero existe ese prejuicio sobre los actores cómicos? Se me ocurre el caso de Guillermo Francella y El secreto de sus ojos.
-Un buen actor puede hacer de todo. Cuando alguien tiene capacidad para hacer reír, también tiene capacidad para el drama. Pero sí hay cierta cuestión de que aquellos que tienen mucho humor y una gran capacidad para hacer reír, quizás no los llaman para personajes más dramáticos porque están un poco encasillados y la gente quiere ver eso. Pero también está en el actor buscar y no quedarse quieto. En el caso de Guillermo, quizás él se cansó y fue por nuevas oportunidades. Supongo que a él le debían ofrecer proyectos protagónicos cómicos y para hacer drama, tuvo que encarar cosas más chicas. A veces, los actores nos tenemos que pelear un poco con el ego y hacer algo más chico pero que implique un desafío.
-¿Y cómo afrontas vos esa búsqueda de desafíos?
-Creo que la preparación es fundamental. Durante varios años, estudié clown y bufón con Gabriel Chame Buendia. En muchos ejercicios me encontré con una profundidad que yo no me esperaba. De esa manera, fui descubriendo muchos colores de una paleta que, después, me encargué y encargo de entrenar bastante. A su vez, trato de tomar clases de improvisación porque ahí te encontras con la búsqueda. A partir de esto, podes ir construyendo personajes con tu color y estilo. Si vos sabés quién sos y cómo te manejas,después podes hacer un hijo de puta, un divertido o un amigo confianzudo. Ahora es la época donde hay actores que son todo terreno y yo apunto a eso porque está bueno poder hacer cosas bien diversas.
-¿El cine qué lugar ocupa en este proceso?
-Uno fundamental. Creo que hacer una película es un gran sueño. Me desespero cuando pienso en esto, si haciendo una tira de televisión me pongo nervioso y pienso que no puedo, imaginate cuando me toque hacer más películas. Me encantaría ser protagonista y trabajar con grandes actores y directores. Pienso que todos los actores quieren hacer cine. Yo ya había hecho cosas más chicas en El Rey del once o Permitidos, pero esta película me permitió transitar un personaje con otros tiempos y más posibilidades de desarrollo.
-¿Ya hubo más propuestas antes del estreno de Mariel espera?
-Por ahora no, pero ojalá ocurra. Igual, también estoy bastante con la televisión y mi nuevo personaje en Fanny la fan. Eso me parece que también me va a abrir puertas. Además, el cine tiene otros tiempos y no se hacen tantas películas. Ahora hay toda una crisis con el INCAA y no sé si es el gran momento para hacer cine. Eso sí, mi sueño es que me llame Pedro Almodóvar porque me encanta lo que hace. El otro día, Cecilia Roth lo etiquetó en un video mío de Instagram para que viera lo que hago y me causó mucha gracia y muchos nervios.
-Analizando tu historia y teniendo en cuenta que empezaste queriendo ser cantante y bailarín, llego a la conclusión de que si bien vos enfrentas una búsqueda constante, después la vida te va sorprendiendo y acomodando. Lo mismo lo aplico a lo cómico y lo dramático.
-Sí, eso es impresionante. La mayoría de las cosas yo no las busqué directamente, pero con el tiempo me pude ir acomodando e ir metiendo mis cosas en los proyectos. También pienso que yo siempre entro con el pie medio flojo y con miedo a cada una de las propuestas. Además, disfruto de forjar una relación con los técnicos y el estar en contacto con actores porque el ser actor era mi gran sueño de chico. Por suerte, pude cumplirlo de grande y esto sigue siendo un mundo de alegría y fantasía para mí. Es más, hoy almorzaba con Julieta Díaz y Andrea Bonelli y les contaba que a mí me encantaría tener un programa de entrevistas a actores para conocer su historia y ver cómo llegaron a ser lo que son.
-Sería jugar por un rato a ocupar mi rol.
-Sí, un poco pero sin sacarle el trabajo a nadie (risas). Además, también me interesaría hablar con ellos de algunos temas que tienen que ver con la sociedad y con lo que nos pasa como país. Yo no entiendo mucho de esas cosas, pero hay mucha indignación respecto algunas leyes y temas en los que yo no estoy muy metido. Entonces, a veces es interesante entrar en la polémica desde un lugar de escucha y de humildad.
-Por último: contame un poco más de ese momento de tu vida en que trabajabas haciendo shows infantiles para Adriana y, por las noches, en shows transformistas.
-En realidad, era por laburo. Tenía la posibilidad de animar fiestas infantiles con Adriana y hacía del Sapo Pepe y del Tigre Gregorio. A la noche, trabajaba en lugares con transformistas, donde también participaban grandes actores como Walter Suárez y Omar Calicchio. Ellos hacían que cantaban y a mí me dejaban improvisar. Esos fueron los lugares donde yo empecé a ser actor.
-A la distancia, ¿qué consideras que queda de ese Dan en la actualidad?
-El ser fiel a mí mismo. Veo que por suerte no abandoné lo que me gusta hacer. Más allá de que en su momento, cuando me ponía las máscaras de animales o cuando iba a los lugares transformistas no me tenía tanta fe porque me preguntaba si podría vivir de esto. Por suerte, siempre pude avanzar, por más que sea lento y con pasos flojos, atravesando mis miedos.
Dejar comentario