Si bien Esto no es un golpe nació como idea de película en la pregunta de qué había pasado en la reunión entre el presidente Alfonsín y el entonces teniente coronel Aldo Rico, aquel domingo de Pascua de 1987, avanzar sobre esa pregunta abría otros interrogantes, puramente materiales: ¿hasta dónde retroceder para establecer el antes, contexto previo a esos cuatro días que tuvieron en vilo al país, jaquearon la democracia y pusieron de manifiesto que los militares eran un poder muy fuerte, a poco más de tres años del fin de la dictadura? Y aún retrocediendo, dados los treinta años y la cantidad de agua que había pasado bajo el puente de la historia argentina, ¿hasta dónde llegar para construir el después, lo que se desprendió de ese episodio?
Pero esos contextos no eran en verdad los mayores desafíos de la película, que consistían en reconstruir la trama secreta de esos cuatro días, no el antes ni el después. La organización de la producción, a cargo de Pablo Chermov y Gabriel Kameniecki, estuvo centrada en poder dar con el tipo de personajes que -más allá de los dos protagonistas excluyentes- permitieran rearmar esa trama.
Sergio Wolf escribió también un libro con los pormenores de su encuentro con Aldo Rico.
Buscamos a todos los que estuvieron cerca de Alfonsín y cerca de Rico, y así pudimos definir las pequeñas y grandes situaciones de la película. Esa misma decisión, que privilegiaba la experiencia emocional de los personajes conducía a la película y al espectador a ese otoño de 1987, en las antípodas de lo que hubiera sido contar con historiadores o politólogos, que fueron excluídos porque no quería la reflexión sobre los hechos, sino la emoción de los hechos. El pasado en el presente y no el pasado como pasado.
Si bien el rodaje estuvo acotado a tres semanas y unas pocas jornadas posteriores, las dos locaciones omnipresentes suponían, en un caso, un tipo de trabajo veloz (Casa de Gobierno), y en el otro un tipo de trabajo custodiado (Campo de Mayo), con un coronel que vigllaba el tiro de cámara de cada plano, para asegurarse de que no filmáramos personas, dado el material combustible de nuestra película (para ellos, en otro sentido). Para que el efecto de “viaje al pasado” tuviera la potencia buscada, era indispensable que esos lugares “hablaran“, que la cámara “los hiciera hablar“. Y por otro lado, los dos protagonistas. El presidente, que debía construir en la película a través de archivo, de relatos de otros personajes (José Luis Vila, Horacio Jaunarena, Dante Caputo) y de historias que busqué que moldearan rasgos más imprevisibles; y su antagonista, Rico, líder del grupo carapintada.
La filmación con Rico demandó una parte importante de la energía de todo el equipo: convencerlo primero, desactivar su negativa después. A tal punto me marcó ese rodaje que terminé escribiendo un libro -La escena documental, editado por Monte Hermoso- narrando los pormenores de esa filmación y expandiéndolos sobre el documental en general. El modelo del thriller político aplicado a la estructura de la película se reprodujo, o hizo espejo, en el thriller de la investigación sobre su personaje en el libro.
Esto no es un golpe no es una película asertiva, que se jacte de sus verdades; más bien es una película que busca extraer pensamiento del suspenso.
Sergio Wolf
(Director de Esto no es un golpe)
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