La Boya es una película muy significativa para mi. Seguramente la mas personal e intimista que he realizado. Surge a partir de un ritual que he mantenido durante muchos años con mi gran amigo de la adolescencia Anibal Zaldivar, de entrar mar adentro nadando hasta una boya.
¿Seria posible transmitir en toda su dimensión aquello que yo experimentaba en cada entrada al mar?
Cuando empecé a frecuentar las charlas que daba mi amigo sobre “La Poesía y el Mar” encontré una fuerte relación entre ambas cosas…
“Frente al mar, adolescente, soñé mis mundos y estuve solo
Con mis márgenes desdibujados por la niebla”
Mi amigo se quedo en el pueblo y yo me fui. El vivió una vida que podría haber sido la mía. Al tema de la amistad y el doble, se sumo el del padre. Fue mi amigo quien me hizo conocer las poesías que escribió mi padre cuando yo me fui del pueblo, y así, muchos años después de su desaparición física, pudo reencontrarse conmigo y regresar a mi vida a través de esas poesías.
Fue sorprendente el modo en el que mi padre descubrió, siendo un hombre grande, su deseo de ser poeta, y con gran valentía fue capaz de ir tras él, contradiciendo el viejo mandato paterno, abandonando la estabilidad económica, y oponiéndose al imperativo social. Su vida floreció, y me confirmo que todos podemos trascender a través de la expresión artística.
Pocas veces en mi vida he tenido entre mis manos una verdad tan potente como me ha sucedido con La Boya.
Aquí esta la historia de mis antepasados y su épico escape de Ucrania. La inmortal presencia de mi padre que se transformó en poeta siendo un hombre mayor, y la de mi gran amigo que se quedo en el pueblo de nuestra adolescencia frente al mar. Todo esto ha atravesado mi vida con una potencia tan conmovedora, que me ha empujado a ahondar en este universo tan especial.
Haber tenido el privilegio de hacer esta película fue para mí un acto sanador.
Fernando Spiner
(Director de La boya)
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