Algo que siempre me ocurre al realizar un documental es que aprendo muchísimo en el proceso, pero siento que con Candomberos – De dos orillas ese aprendizaje ha sido aún mayor.
Revelador podría decir. Es que al abordar la historia de lxs afrodescendientes pude tomar conciencia del nivel de invisibilización que tiene la negritud en Argentina, la ignorancia que existe en cuanto a la presencia de los afrodescendientes en estas tierras, a nivel histórico y, sobre todo, en el presente. Muchas personas están descubriendo en su historia familiar la existencia de una abuela o un tatarabuelo negro, y lo que antes era quizás una marca familiar difícil de comprender, hoy empieza a descubrirse con orgullo y valoración.
Espero haber podido trasladar a la pantalla ese aprendizaje que viví. Incluso creo que he descuidado aspectos cinematográficos para enfatizar en esta información, compleja y difícil de abarcar. La de los afrodescendientes es una historia muy valiosa que tenemos que recuperar e incorporar a nuestra identidad.
No fue fácil avanzar en el proceso de producción del film. Pero creo que hemos logrado un objetivo que para mí es fundamental: que esta película no sea “de autor”, sino que refleje lo más cabalmente posible la historia que los protagonistas tenían para contar, que es la historia de sus raíces y su valoración del candombe como expresión profunda de su cultura. Y no hay nada que me dé más satisfacción que cuando los protagonistas dicen: “esta es nuestra película”.
No me enfoqué en la estetización del film, sino en articular el relato por medio de testimonios frescos y directos, para los cuales usé muchas veces la cámara en mano y un ambiente de intimidad en las entrevistas. Más allá de las cuestiones presupuestarias que implica contar con un equipo numeroso para desarrollar una entrevista, creo que muchas veces un entorno de tanta gente y tanto despliegue atenta contra la autenticidad de los testimonios, que tienden a volverse estereotipados. ¡Al final, alguna ventaja tiene el cine “pobre”!
A lo largo de aproximadamente seis años hemos establecido una relación personal con muchos de quienes participaron del film, y eso creo que es lo que te permite realizar una película como esta. Y siento que ese es el beneficio oculto del documentalista, lo que más vale al terminar de realizar el film: poder entrar en historias de vida tan distintas a la de uno, con vivencias tan diversas, y enriquecerse humanamente al establecer vínculos de mucha proximidad con personas que en otras circunstancias quizás ni te encontrarías en la vida.
Espero poder mantener y desarrollar estos vínculos de amistad y confianza; es algo que valoro por encima de cualquier otra gratificación que personalmente pueda darme el haber hecho este documental.
Y ahora que terminé de filmar y puedo empezar salirme un poco del rol de documentalista, empecé a tocar el tambor, con lo cual, además de tener nuevos proyectos que me van a tener unido a la temática de la negritud y sus luchas, mi relación con el candombe no acaba más que empezar.
Ernesto Gut
(Director de Candomberos – De dos orillas)
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