Cuatro estrenos en un año hoy en día parece algo difícil de tener. Y sobre todo si son cuatro de las películas más esperadas y convocantes. Sesenta años de carrera, avalan a Luis Brandoni para que viva semejante momento profesional. Luego del estreno de La odisea de los giles, dirigida por Sebastián Borensztein, el actor se refirió a este momento de su vida, rememora la crisis del 2001 y opina sobre la situación actual de la cultura.
-¿Cómo te llegó la propuesta para participar en este proyecto?
-Fue todo de la forma más convencional y común. Primero, me llamó Ricardo para decirme que me iba a mandar el libro. Después, hablé con Sebastián. Son dos personas que conozco hace muchos años. Con Ricardo trabajamos en varias oportunidades juntos y a Sebastián lo frecuento desde que era chiquito porque yo era amigo de su papá. Entonces, en esta película estuvimos entre amigos. Para mí fue un gusto que me llamaran, estaba encantado de la vida.
-¿Dudaste a la hora de aceptar el papel?
-Cuando leí el libro, me gustó mucho y no dudé ni un segundo. Tenía varias cosas atractivas. Primero, el género: es una película de aventura. Eso me gustó mucho porque hace rato que no hacía algo así. Además, me atrajeron los personajes, el hecho de que sea una película coral, muy repartida, donde cada uno tiene su pequeña historia. Yo nunca había trabajado con Sebastián y eso también me entusiasmaba. A eso se le suma volver a trabajar con Ricardo (Darín), con quien no lo hacía hace aproximadamente 18 años. Por último, lo que me gustó fue mi personaje que es muy distinto al que hice en Mi obra maestra, en 4×4 o en El cuento de las comadrejas. Eso es divertido, es muy entretenido hacer personajes bien disímiles.
-¿Cómo fue componerlo? Justo vos que sos un actor muy comprometido con la política.
-Me gusta que mis personajes sean así, que chicaneen un poco con la política. Aunque, en la mayoría de las veces, no coinciden con mis propias ideas y convicciones. Pero me parece que alguien que está convencido de una cosa, de una forma de vida o de una creencia política es muy lindo.
-Y desde ese lado político tiene un contrapunto con el personaje de Daniel Aráoz, un peronista empedernido.
-Sí, pero lo lindo es que, en el fondo, conviven bien. Discuten como si fueran hinchas de equipos de fútbol rivales pero después se suman a un mismo propósito. En definitiva, se buscan para discutir pero lo hacen porque se quieren, porque hay un afecto de por medio.
-Da la sensación que eso, en estos momentos, dista mucho de la realidad. Me refiero a la famosa grieta.
-Eso fue algo que nos trataron de imponer desde lo más alto del poder político. Es más, durante los gobiernos de facto que padecimos nunca se produjo algo semejante como la grieta. Tampoco durante los gobiernos de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Eduardo Duhalde y Fernando de la Rúa. Durante este último hubo una oposición cerril, tremenda. Le hicieron en menos de tres años, 700 saqueos. Pero esto es algo que ha cambiado en la Argentina, aunque todavía no nos dimos cuenta. No hubo saqueos en estos cuatro años. La oposición pronosticó un diciembre lleno de sangre y tampoco ocurrió. Es que la sociedad cambió. No quiere más eso. Y me da la sensación de que así van a seguir las cosas. En ese sentido, La odisea de los giles es edificante.
-¿Cómo viviste la crisis del 2001 siendo parte del radicalismo, uno de los partidos más culpados?
-Uno tiene sus convicciones, nosotros nos hacemos cargo de nuestros errores, no los negamos. De todos modos, el que decidió el fin de la convertibilidad fue el peronismo. Jorge Remes Lenicov hizo las cosas de buena fe. Pero nosotros no decimos que De La Rúa no era radical, no decíamos que Alfonsín no era radical. Los peronistas sí dicen que Menem no era peronista, que Isabel Perón no era peronista. Todo cuando les conviene. Tanto es así que nos hicimos cargo de todo el fracaso de la Alianza, mientras que la pata peronista fue premiada con embajadas, con ministerios, con todo.
-¿Pensás que las críticas al radicalismo fueron excesivas?
-Sí, pero ya está. Ahora vamos a ver si se hacen cargo de lo que hicieron. Todavía no sucedió. Después de octubre, lo van a tener que hacer. Van a tener que aprender a perder, a terminar de aprender a perder.
El actor vuelve a trabajar con Ricardo Darín después de 18 años y es la primera vez que comparten la pantalla grande.
-Estás en un gran momento en tu carrera. Vas a tener cuatro estrenos en apenas un año, ¿cómo lo vivís?
-Estoy feliz. Yo no filmé durante el kirchnerismo. En esa década se hicieron 2 mil películas y yo solamente rodé cuatro. Eso fue porque existía la famosa lista blanca, durante el kirchnerismo los directores no me llamaban, y los productores tampoco. No es que estuviera vedado por el gobierno, pero los muchachos tenían miedo de dar mi nombre en el INCAA. Y con toda razón. Pero de todos modos, la vida siempre te da desquite. Ahora estoy muy bien, muy contento. Porque además, me tocaron películas destacadas, con mucho recorrido internacional.
-Y durante esa década durante la que casi no filmaste, ¿pensabas que no se te iba a dar la vuelta al cine?
-No, no. Pero bueno, se me terminó dando. Eso no lo podía saber porque no era algo que dependiera de mí. Igual había podido hacer esas cuatro películas donde eran papeles muy pequeños. Cuando me va bien, suelo decir una frase que es la misma que uso cuando me va mal: “Es una de las cosas que me pueden pasar”.
-¿Y cómo ves el momento actual de la cultura?
-Los kirchneristas que dicen que no existe la cultura y niegan absolutamente todo, hasta las cosas más evidentes. Los muchachos que simpatizan con el kirchnerismo están trabajando todos, incluso en los teatros oficiales. Creo que la situación económica afectó muy poco al espectáculo, hoy la cultura está rozagante. Por ejemplo, el teatro mejoró muchísimo con el embellecimiento de la Avenida Corrientes. Además, siguen viniendo números musicales del mundo de primera categoría y la gente va. También pasa que cuando no hay capacidad de analizar las cosas o hay mala leche, lo primero que dicen es que la culpa la tiene el gobierno.
-¿Y en el cine?
El año pasado el cine hizo un 18 por ciento de las entradas totales que se vendieron en el país. Pero también depende de las películas que haya y del interés que despierten.
-¿Y en cuanto a la cantidad de producciones? En la industria hay mucha queja respecto a la falta de trabajo.
-Los que se quejan son kirchneristas. Que vayan y pregunten cuántos hay sin trabajo. En el gremio de los actores, la desocupación es algo proverbial en el mundo entero. Pero no se puede hacer más cine del que se hace. Se están haciendo muchas películas. Hace algunos meses, el sindicato de SICA sacó un comunicado donde decían que no tenían ya personal porque se estaba filmando mucho. Se está filmando una barbaridad. Ojo, esto no quiere decir que la cantidad de trabajo se corresponda con la asistencia del público.
-¿Y entonces por qué crees que se da la queja?
-Nada, son kirchneristas. Se quejan de todo los muchachos, pero después laburan, van al INCAA, forman parte de una comisión y cobran, forman parte de un jurado y cobran. Todos cobran.
-Por último: a esta altura, ¿qué desafíos le quedan al Luis actor?
-Que me quede la posibilidad de hacer algún otro personaje en cine que me guste. De la televisión ya me retiré con Un gallo para Esculapio porque el sistema de trabajo es muy engorroso. En lo personal, lo único que me queda es tener buena salud, disfrutar de la vida y de los afectos, y que cuando me toque la hora de morirme, sea rápido para no molestar a nadie.
1 Comentario
Matias
22/08/2019 at 12:41Hablar de autocritica y después resumir todas las criticas con “Son Kirchenristas” es como mínimo, contradictorio.