Marzo es el mes donde el mundo se “acuerda especialmente” de sus mujeres, gracias al Día Internacional de la Mujer que se celebra cada 8 de ese mes. Las diferencias de género se dejan de lado un segundo en pos de una “fecha comercial“. Los avatares de la distribución han hecho que marzo sea también el mes en el que se estrena Soleada, la ópera prima de la cordobesa Gabriela Trettel. Sin embargo, el guión del filme -producto de una crisis personal- va por carriles completamente diferentes al que motoriza la festividad: “En la película intento cuestionar un poco el rol de la mujer dentro de la sociedad a partir del análisis de los vínculos”.
-En principio, el nombre de la película parece contradictorio a la historia contada aunque con el correr de los minutos cobra total sentido, ¿Cómo fue esa elección?
-En realidad, no fue fácil encontrarle el nombre a la película. En un principio, se iba a llamar La casa de verano, pero yo siempre estuve abierta a cambiarlo si descubríamos uno que le fuera mejor. Soleada tiene que ver con el estado de ánimo del personaje y también con lo que le pasa a ella. En el inicio del filme, hicimos un juego de palabras con “sola” y “soleada” porque la historia tiene mucho que ver con eso: en soledad, Adriana, el personaje principal, empieza un camino de introspección que la lleva a preguntarse un montón de cosas. Tiene que ver con ese juego de que en soledad también se puede alcanzar algo de luz o de brillo propio. Todo eso se ve acompañado por un laburo muy detallado sobre cómo ella va mutando también físicamente. Al principio, está más gris y de a poco se va soltando e iluminando.
-¿Cómo surge la idea de contar esta historia?
-Empecé a escribir el guión a fines del 2006. En ese momento, entré en una crisis personal a partir de una separación y me surgieron un montón de preguntas más existenciales. Entonces, hice une especie de proyección de cómo hubiera sido mi vida a los 40 años si no atravesaba esa crisis. Me di cuenta de que por ahí estaba pensando en un formato de vida que en realidad lo daba por dado. Ahí entran mucho en juego los mandatos sociales que nos llevan a hacer cosas que uno no se cuestiona si las quiere o no. Eso lo trasladé a la película y es muy loco porque me volví una especie de medio para contar esa historia y ella me empezó a pedir cosas.
-¿Qué cosas te pidió la historia mientras la escribías?
-La cuestión era ir bajándola mucho más a la realidad. En las primeras versiones del guión parecía que no pasaba nada y no se entendía bien para dónde iba el conflicto porque era tan interno que aparecía la cuestión de cómo mostrarlo. Ahí pensé en centrarme en el entorno, la familia y ver cómo encaminar la historia para que esa crisis personal fuera general y no solamente un problema con el marido. En ese sentido, cuando empezó el rodaje yo abrí un poco la cancha a lo que tenían para aportarme los actores, los productores y los técnicos.
-El rol del tercero en discordia es muy importante en Soleada y sirve para esa revalorización interna del personaje.
-Sí, me pareció interesante la idea de jugar con un tercero en discordia sin que se fuera al extremo de que tiene un amante y los problemas se solucionan mágicamente. Había un límite fino entre que se pueda leer que ella con esa revalorización se da cuenta de que puede despertar el deseo en otra persona y que se interpretara que hubo algo con ese otro. Nunca se muestra si pasa algo con él. Hay varias teorías y es muy gracioso. En el rodaje la mayoría de los hombres pensaban que habían estado juntos y las mujeres lo negaban rotundamente. Era una batalla de géneros directamente (risas).
“En soledad, Adriana empieza un camino de introspección que la lleva a preguntarse un montón de cosas”, dice Trettel.
-Decidiste mostrar a la mujer desde un nuevo lugar, escapando de la clásica historia de amor.
-Sí, las películas suelen mostrar todas las partes lindas del amor, cómo el chico conquista a la chica hasta que se besan y la película terminó. No cuentan todo lo que viene después. Por lo general, los vínculos familiares o de pareja son muy complejos, y es muy difícil no perderse dentro de una estructura así. Eso es lo que le pasa a Adriana: tiene todo, está casada con dos hijos, tiene la casa de verano que soñó pero desde que arrancó con este proyecto nunca se preguntó dónde estaba. Generalmente, tenemos esa actitud de pensar que “ya va a pasar” y lo que yo planteo es la posibilidad de sumergirse en la crisis y no mirar para otro lado. Después, eso no necesariamente implica patear el tablero y mandar todo a la basura.
-Desde que empezaste el guión hasta el estreno pasaron 10 años, ¿tuvieron que ver con la demora los problemas de financiación?
-Sí, algo influyeron. En 2010 empecé a trabajar con la productora Twins, y el proyecto ganó el premio Raymundo Gleyzer. Esto nos permitió presentarnos a preclasificar sin que fuera necesario antecedentes de largometrajes estrenados. De otro modo, como directora no me hubiera podido presentar. El tema de la preclasificación nos retrasó mucho. Luego de obtener la calificación de interés, la provincia nos entregó dinero del Plan de Fomento de la Industria Cinematográfica Cordobesa que nos permitió financiar una gran parte del proyecto. Con todas estas demoras, recién comenzamos a filmar a fines del 2014.
-En los últimos años, los cordobeses pasaron a estar en el centro de la escena cinematográfica. Películas como Ciencias Naturales fueron muy reconocidas en el exterior, y Marcelo Mitnik estuvo nominado en los Oscars, ¿Cómo analizás este pasar de la industria?
-El cine cordobés está en un muy buen momento a nivel nacional. Están apareciendo cada vez más películas que logran salir y hacer su recorrido por el país. Esto se debe a varios factores. Por un lado, el Plan de fomento ayudó mucho. De hecho, ni bien se lanzó se hicieron tres películas muy buenas: De caravana, Hipólito y El invierno de los raros. Por otro lado, hay grandes realizadores en Córdoba. Tenemos dos universidades de cine e ingresan casi 500 estudiantes por año. Hay un movimiento y una necesidad de seguir produciendo. El cine cordobés es una voz que se está empezando a escuchar a nivel nacional y está bueno que eso suceda. Nuestras películas están a la altura de cualquier otra producción argentina. Sin embargo, el Fondo debe actualizarse, los montos quedaron bastante atrasados. Se debe poner el ojo sobre eso y la Ley de cine cordobesa para que la rueda pueda girar de manera más permanente.
-¿Pensás que a futuro Córdoba puede llegar a hacerle frente a Buenos Aires?
-No sé si tanto. Le tengo fe pero es muy difícil en este momento producir desde el interior. Cada trámite que uno debe presentar al INCAA tiene que ir a Buenos Aires sí o sí. Ya con eso corremos con muchísima desventaja por no estar en el lugar donde suceden las cosas y donde están las oficinas. Acá en Córdoba hay equipamiento, hay profesionales muy bien formados, pero Buenos Aires es un gigante. Sí hay que destacar que en este momento es posible realizar toda una película acá, inclusive la postproducción. Te diría que Córdoba está en un segundo lugar después de Buenos Aires, pero en el medio hay una distancia importante. Es cuestión de seguir fomentando la rueda y que se produzca más, más y más.
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