Esta última década trajo vientos de cambio. Son tiempos de revoluciones, de luchas contra las estructuras sociales imperantes. El rol de la mujer forma parte de este desafío. Y la industria audiovisual no es una excepción. La desigualdad respecto al hombre reina tanto a nivel de la actuación como el de la producción. En consonancia con los movimientos mundiales, las actrices, directoras y productoras argentinas reclaman con una voz cada vez más fuerte una mayor participación. Y los resultados empiezan a aparecer. El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata parece haber escuchado. No solo por tener a una mujer en su dirección artística ni por haber organizado el Primer Foro de Cine y Perspectiva de Género. Por primera vez en muchos años, en la Competencia Argentina la mitad de las películas participantes son dirigidas por mujeres. El cambio ya está pasando.
LA TONADA CORDOBESA LLEGÓ PARA QUEDARSE. Inés María Barrionuevo participa por primera vez con un largometraje en el Festival. Antes, ya había deslumbrado con sus cortometrajes. En esta ocasión, presenta Julia y el Zorro, película protagonizada por Umbra Colombo y Victoria Castelo Arzubialde. Luego de la proyección, destacó que, si bien acaba de estrenarla en San Sebastián, “siempre mostrarla en el lugar propio es más complejo y da más miedo”.
Respecto al fuerte lugar de la mujer en esta competencia, declaró: “Sería genial que lleguemos a ser la mitad más uno. Tenemos que ir hacia más. Se está deconstruyendo el camino en un montón de sectores pero hay que seguir haciendo el trabajo. El feminismo es irreversible”. Además, recordó un momento emocionante cuando, luego de una proyección, un grupo de chicas destacó que el equipo de producción era un grupo femenino. “Esas son cosas que tienen que suceder en todos los festivales”, agregó.
A su vez, recalcó que la lucha contra la dominación patriarcal es algo que hay que hacer todos los días. “Hombres y mujeres tenemos que hacerlo. Yo siempre trato de pensar, de deconstruirme porque es algo que tenemos metido muy adentro”, afirmó. Para eso, historias cinematográficas bien femeninas también colaboran. En este caso, Julia y el zorro es “una puesta en jaque sobre la maternidad, sobre el concepto de familia y los lugares comunes”.
YENDO DE LA CAMA AL LIVING. Sin dudas, Mónica Lairana tuvo que enfrentar varios desafíos. Primero, de actriz a directora. Luego, del cortometraje al largometraje. Y mal no le fue. Después de recorrer varios festivales, llegó a Mar del Plata para cosechar lo que sembró: fue galardonada por la DAC-Directores Argentinos Cinematográficos como la Mejor Directora de la Competencia Argentina. Es la primera vez que una mujer es premiada en esta terna.
La cama narra la historia de Jorge y Mabel, un matrimonio que pasa las últimas horas como pareja encerrada en la casa familiar. Desmantelan la casa, al tiempo que van desmantelando su relación. Según la directora, la historia nace en parte de sus propias experiencias: “Parte emocionalmente de mí,me separé después de 8 años y me impactó mucho lo que estaba atravesando. Entonces, me puse a pensar en lo complejo que sería separarse después de 30 años, con hijos y con mucho pasado en común”. A su vez, aseguró que el hecho de que los personajes fueran grandes “era una forma de hablar de otras cosas también, como la vejez y la sexualidad en la edad adulta”.
En el cine nacional hay una necesidad de historias femeninas. Y Mónica Lairana viene, en parte, a saldar esa parte. Sin embargo, la directora aclara que no es algo que se proponga sino que “tiene que ver con las cosas que uno piensa”. Por otro lado, rescató: “Mostrar a una mujer grande desnuda, visibilizarla es también una manera política de empoderarnos como mujeres. Estamos cansadas que se nos imponga que a cierta edad ya no somos sexuales ni atractivas”.
La actriz y directora pertenece al colectivo Acción Mujeres del cine que relevó estadísticas del rol de la mujer en el sector audiovisual cuyos resultados fueron muy desalentadores. Al estar tanto delante como detrás de cámara, Lairana puede referirse a la desigualdad en ambos lados. “Quizás no hay una misma proporción de problemáticas en la actuación que en el sector audiovisual, donde se están peleando puestos jerárquicos con los hombres”, declaró, a la vez que agregó que “lo que sí hay es una brecha salarial entre lo que gana un masculino protagónico y una mujer”. Por último, destacó que “las historias que se cuentan mayoritariamente están pensadas y centradas en personajes masculinos y los roles femeninos replican el patriarcado”.
UNA HISTORIA AL NATURAL. Natural Arpajou está muy movilizada. Por un lado, por presentar su ópera prima en este Festival. Por el otro, porque esta película tiene mucho que ver con su propia historia. Al comenzar la función, ella decide quedarse y verla como una espectadora más. “Ese es el momento más lindo de mi vida, me encanta verla. Viví en un montón de lados por eso el único momento en que me siento como en casa es cuando veo mis películas”, aseguró.
A ella, el paso del cortometraje al largometraje le costó mucho porque “el esquema de producción es diferente, nunca hay tiempo suficiente y todo eso se sufre”. Y piensa que eso mismo se complica mucho más cuando una es mujer: “Es re dificil ser una mujer directora, en el set me discutía hasta el eléctrico lo que tenía que hacer” y agregó que muchas veces, las mujeres no lo cuentan pero que a veces la pasan mal en los rodajes porque les “cuesta mucho plantearse en un lugar de poder”. Por último, respecto a esta participación femenina en la Competencia Argentina aseguró: “Me parece super bien que así sea, que haya buen cine y buena directoras mujeres”.
Buenas directoras sobran, los espacios se están abriendo. Las mujeres están alzando su voz contra aquellos oídos que intentan permanecer cerrados. Contra todo pronóstico, se hacen escuchar. Lo de este festival debe volverse tendencia y quizás este sea un mojón en la historia que deje marcado los pasos venideros.
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