Pensando en cómo empezar esta entrevista me vino a la cabeza tomar la misma idea que un querido compañero, Luis Kramer, utiliza cada sábado en Cinefilia, su excelente programa de radio. Luis agrupa invitados y busca una palabra relacionada a sus trabajos como disparador de la charla.
Usurpando idéntico recurso, y mientras disfruto el contrapunto con Daniela Goggi, pienso en la palabra “adolescencia”. Porque hace un año, Abzurdah hablaba y le hablaba a los adolescentes; y ahora El hilo rojo por momentos hace lo mismo. Las edades y realidades de los personajes son diferentes entre las películas, pero subyace un meta-mensaje que, sospecho, tiene mucho que ver con la directora y guionista detrás de ambos proyectos. Veremos.
-¿Qué es lo que te apasiona tanto de la adolescencia?
-Me encanta, porque en ella están los peores miedos y los peores lugares de las definiciones. Un día sos hippie, otro día dark, otro día punk, y siempre entregado a pleno. Una respuesta no recibida en los quince minutos que la estás esperando puede ser el abismo.
-Una etapa de definciones.
-Te definís, te superás, dejás de ser “otra” cosa. Incluso en algunos casos es el momento donde pensás el resto de tu vida o “vidas”. Hay algo de esa intensidad del adolescente que nos deja una huella marcada para siempre. Cuántas veces escuchamos: “Me enamoré como un adolescente“, “Me estoy comportando como un adolescente“, y lo que se está diciendo en realidad es “Me estoy dejando llevar“. Es un momento de total locura la que se vive.
-Abzurdah le hablaba a un público muy joven que podía estar pasando por la misma problemática que la protagonista. Y por momentos El hilo rojo también apunta en situaciones o diálogos a ese público.
-Como cuando él le dice: “Me acuerdo, vos eras la chica rebelde“. Y ella le contesta: “Rebelde no, pendeja“.
-Exacto.
-Tiene que ver con lo que te decía recién, es una etapa que me fascina. Pero tampoco es que lo hago a propósito. Hay algo de Abril, el personaje de la China Suárez en El hilo… que conjuga varias cosas. Es ángel y demonio. Adolescente y madura. “Rockera” y madre. La juventud es algo que nos sigue acompañando toda la vida. Vos podés pelearte con eso, debatirlo, esconderlo, pero sigue estando.
Eugenia Suárez, una actriz que nunca va a poder trabajar con Campusano.
-Pero a diferencia de Abzurdah, que se movía en un universo adolescente, en El hilo rojo planteás temas de la adultez, como el precio que pagamos, nosotros y nuestro entorno, ante la tentación de lo prohibido.
-La diferencia entre la vida adulta y ser un adolescente es que no pensás en las consecuencias, ni tampoco que esas consecuencias van a recaer sobre otros. En la adolescencia sos mucho más individualista. En la vida adulta hay muchas cosas que no hacés por lo que le podés provocar al otro. ¿De qué habla El hilo rojo?: Si tenés todas las condiciones dadas para vivir una fantasía, ¿la cumplís o no? Además, cuando tomás esas decisiones ¿seguís siendo el mismo o sos otro que ya no puede volver a ser el de antes. Porque cuando te animás a cumplir una fantasía a lo mejor descubrís alguien que no eras hasta ese momento, entonces cómo podés a volver a ocupar el lugar anterior?.
-Por tu experiencia de vida, tenías esas respuestas cuando te las empezaste a plantear.
-La verdad que no, viste que uno generalmente es bastante más aburrido que sus personajes. Esa también puede ser una pregunta relacionada a la monogamia, a la familia. Pero hay relaciones que cuando se establecen se estancan. A lo mejor la felicidad está en enamorarse una y otra vez de una misma persona, pero en una sociedad capitalista lo mejor es divorciarse y buscar la acumulación, la mayor cantidad de experiencias amorosas. De todos modos, tampoco queríamos caer en el moralismo y la hiopocresía que hemos visto tantas veces en el cine: no tenés que estar mal con tu pareja para que se despierte el deseo por otro.
-Precisamente en la película ninguno de los dos matrimonios está estancado.
-Era una hipótesis que nos interesaba remarcar. Aunque no estén en crisis, tal vez cualquiera de los dos se cruce con alguien que le parezca más interesante, más inquietante. Si deja pasar esa oportunidad la historia se escribe de una forma, y sino se escribe de otra. Esa es la esencia de la película.
-Si se quiere, en el relato se justifica todo lo que estamos hablando desde el romanticismo de ese hilo rojo invisible que los une en espacio y tiempo, pero si uno sacara la leyenda de la ecuación, la misma historia sería mucho más descarnada.
-Había algo que a todos nos gustaba de esa leyenda, y es que parece súper romántica pero no es tan así. La causalidad es algo que te persigue pero puede no hacerte bien. De todos modos para nosotros no era una idea reduccionista la de la leyenda, sino pensar que El hilo rojo es un homenaje al melodrama cinematográfico, desde Douglas Sirk a Kramer vs. Kramer o Los puentes de Madison. El azar que vuelve a entrecruzar los caminos.
-Y no solamente el melodrama, pienso en una comedia como Cuando Harry conoció a Sally, que tiene en esencia el mismo mecanismo de destino conjunto.
-Bueno, el primer acto de El hilo… va más por ese lado, salvando las distancias con una película como la que mencionás que refundó el género. Pero también lo podés conectar con el Richard Linklater de Antes del amanecer. Para nosotros, nuestra historia empezaba siendo una comedia romántica, para seguir en un drama romántico y desembocar en melodrama. Depende de en qué momento de tu vida encuentres tu hilo rojo puede ser algo bueno o terminar poniéndote en un camino sin salida.
EL PRECIO DE LA FAMA
-Campusano me dijo en una entrevista que prefiere a los “actores ignotos”, y que con la China Suárez o con Guillermo Francella está todo bien pero “no trabajaría ni gratis”. ¿En algún momento sentiste el peso de filmar con figuras tan famosas?
-Uno elige a los que cree mejores de acuerdo al proyecto. A mí me interesan los actores y las actrices, después, si ellos vienen con un conocimiento, si son figuras públicas o tienen una trayectoria está buenísimo. Decir “A mí no me sirven los actores de televisión” me parece una frase recontra peyorativa, porque la formación que tiene un actor que graba durante nueve meses una tira, resolviendo sobre la marcha todo tipo de situaciones, es enorme. ¿Cómo un director no va a poder capitalizar eso?
Benjamín VIcuña, un profesional en el ojo de la tormenta.
-Pero también está la contracara, si Benjamín Vicuña, la China Suárez y Pampita no fueran tan famosos, no habrías tenido guardias periodísticas en la puerta del set preguntando por la manta de Nepal y la palta.
-Probablemente hubiera sido diferente. Para nosotros fue un bajón, porque todo problema que exceda al set y que lo pueda contaminar no te pone para nada contento. Cuesta tanto estar concentrado doce horas por día… Mi preocupación era que jodiera el día a día, si los afectaba a ellos. Pero eso no pasó porque la China y Benja son recontra rigurosos con su trabajo. Después a lo mejor volvían a la casa y sufrían, no lo sé. Pero ellos sabían que 80 familias dependían del trabajo de ellos, y demostraron ser dos muy buenos compañeros, muy profesionales.
-Sinceramente, ¿en ningún momento pensaste que este revuelo, sumado a que la historia de la película también habla de relaciones extramatrimoniales, no le puede dar un plus a favor?
-A los fines del estreno no lo sé. Tampoco sé si a la crítica le pesa que vos seas la película del quilombo mediático. Estás trabajando con actores que son muy conocidos, que vienen de la televisión y encima con un bardo de separación en el medio. Pero la única verdad es la realidad, el quilombo está y no lo podés pasar por alto. Esperemos que la película pueda hablar por sí sola y superar cualquier contaminación externa. Como siempre habrá gente que le gustará y detractores, y estos probablemente hablen del hecho mediático. Esperemos que no le reste. A lo largo de la historia del cine no es la primera vez que vemos historias como esta. Mientras hacía El padrino, Diane Keaton empezó su relación con Al Pacino. Es gente que se dedica a lo mismo, que está mucho tiempo compartiendo un mismo espacio… Podía pasar, y en este caso, pasó.
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