Leonor (Sara Sálamo) se presenta en el estudio de arquitectura Borla y Asociados buscando a Nelson Jara (Oscar Martínez). En el momento, Mario Borla (Santiago Segura), Marta Hovart (Soledad Villamil) y Pablo Simó (Joaquín Furriel), el arquitecto más antiguo de la constructora, mienten y aseguran no conocerlo. Pero la verdad comienza a resurgir a través de los recuerdos de Simó, quien fue el encargado de lidiar en el pasado con Nelson Jara, un propietario del edificio lindante a una obra del estudio, damnificado por una grieta en la pared de su living, producto de un error en la construcción. Será esta grieta la que dispare toda la trama hacia lugares impensados llevando al personaje a un replanteo existencial de su vida.
En su segunda experiencia cinematográfica de largometraje después de Verdades verdaderas (2011), el director Nicolás Gil Lavedra toma el thriller Las grietas de Jara, escrito por Claudia Piñeiro.
En el medio de un rodaje de siete semanas, Nicolás se detiene por un momento de su labor de director para reflexionar acerca del proyecto, su carrera y su gran momento personal. “Fueron seis años donde hubo de todo. Los proyectos son tan largos que una vez que salen la alegría te invade y lo queres compartir con todos aquellos que te estuvieron aguantando los años de sequía no solo laboral sino también anímica”, cuenta a la hora de pensar en el tiempo que pasó entre ambos filmes. Y entre aquellos que siempre están al pie del cañón se destaca su papá Ricardo Gil Lavedra, destacado juez y político argentino, quien, como se verá más adelante, está ansioso de adentrarse en el mundo cinematográfico.
-Disney había anunciado que Eugenia La China Suarez iba a formar parte de la película en el papel que hoy interpreta Sara Sálamo ¿Qué fue lo que pasó?
-En realidad, se filtró el dato pero no había nada cerrado ni firmado. Empezaron las negociaciones con ella y hubo un problema de agendas por el que Eugenia no podía estar. Justo en ese momento se confirmó la coproducción con España y, en base a eso, se optó por Sara.
-Con Las grietas de Jara pasás de un cine más político a otro mucho más comercial y ficcional ¿Cómo evalúas este cambio?
-Antes toqué temas de la historia argentina pero siempre los trabajé desde la ficción. Verdades verdaderas fue una biopic, tomé la historia de Estela de Carlotto pero también sumé los elementos ficcionales que eran necesarios para contarla. Pienso que entre ambas películas hay muchos puntos en común en relación a lo que cuento y cómo lo hago. Soy el mismo y siempre hablo de lo que a mí me interesa. Si tuviera que buscar un denominador común entre las dos, creo que es la identidad. Pablo Simó va a vivir la crisis de los cuarenta años que, por supuesto, no tiene nada que ver con la identidad de una persona vinculada a la dictadura. Volviendo a la pregunta inicial, sí es verdad que hay un salto muy grande referido a que es una adaptación de una novela y a que, de entrada, es una propuesta mucho más comercial que mis otros proyectos.
-¿Qué otros puntos en común encontrás entre ambas historias?
-Creo que la identidad es algo básico para mí, lo relacionado con la identidad de los personajes y cómo ellos intentan sobrevivir en un mundo determinado. Eso es lo que más encuentro en común con quien soy yo. Cómo estos personajes sobreviven en un mundo donde algunas reglas están puestas y otras hay que ir poniéndolas para sobrevivir. Después, si me pongo a pensar las similitudes entre Estela y Pablo Simó, creo que ambos tienen que cambiar algo de sus vidas para poder avanzar.
-Se nota que te gusta tomar ciertos temas importantes o existenciales y darle una faceta más social.
-Cien por ciento. Por ejemplo, en Las grietas de Jara aparece el tema del capitalismo, de cómo vivir y sobrevivir en esta sociedad. De alguna manera, Pablo Simó decide pausarse, volver a armarse y salir de nuevo. Me parece que eso es algo básico y lo puedo aplicar a cualquier otra cosa que yo haya hecho.
-En eso sos bastante parecido a Claudia Piñeiro, ¿cómo fue tomar su libro para adaptarlo?
-A mí me atrae desde ese lugar social que estamos comentando. Cuando leo sus libros, siempre me impacta cómo cuenta. Escribe de una manera super cinematográfica, llena de imágenes. Entonces, cuando lo vas leyendo, ya ves la película. Después, son historias con muchas capas. En la primera, es una cosa mucho más fácil de leer, en donde podés hacer una crítica más chiquita y donde puede haber una historia, una buena trama y termina ahí. Pero si seguís buscando, podés encontrar más cosas y entrar en críticas más profundas e interesantes. Esos elementos son los que hacen que yo pueda armar un guión y una película que me lleve por los lugares que a mí me interesen también, más allá de lo que Claudia planteó en un principio.
-¿Cómo fue esa situación en que se lo propusiste, teniendo en cuenta que ella es la mujer de tu papá?
-Fue mucho más tranquilo de lo que todo el mundo se puede llegar a imaginar (risas). Ellos están en pareja desde hace cinco años y un verano le comenté que tenía muchas ganas de comprar los derechos de uno de sus libros para adaptarlo. Me interesaba mucho Elena sabe, pero en ese momento ella me dijo que no estaba disponible y que se estaba desocupando Las grietas de Jara. Yo lo había leído hacía mucho por lo que le dije que lo iba a ver de nuevo. Lo hice y me pasó lo mismo que me había pasado en su momento. Me sentí totalmente atrapado por lo que pasaba en el libro y por los personajes de Pablo y de Jara. Entonces, hace dos años hice la precompra y finalmente, después de mucho trabajo de guión y producción, pude concretarlo a fines del año pasado.
-Y de dueña del libro pasó incluso a ser extra en la película.
-Sí, hizo un cameo la semana pasada. En general, suele hacer una pequeña participación en algunas películas de sus propios libros. En este caso, hizo una escena con Oscar que quedó muy buena. Él va a averiguar algo a la municipalidad y ella es la empleada que lo recibe y le da los papeles necesarios para formalizar el reclamo por una grieta en su departamento que dispara toda la trama.
-¿Y en cuanto a la adaptación del guión? ¿Participó mucho?
-Sí, por supuesto. Al margen de la relación personal, soy una persona que considera que cuantas más voces haya opinando, mejor. El cine es un trabajo colectivo. Y la voz de Claudia, primero en la adaptación del guión y después en el rodaje, es muy importante. Ella es quien tuvo toda esta idea en su cabeza y la que más conoce a estos personajes. Que haya leído el guión, que le haya gustado y me hiciera marcas fue valioso porque esto es una obra nueva que se basa en una anterior. Pero ella es súper generosa con eso, te da mucha libertad para contar lo que querés pero, a la vez, cuida que vos estés cuidando por dónde va la historia. Por suerte, está muy entusiasmada y acompaña como autora, como madre del proyecto.
-Me imagino que en la cotidianeidad la película habrá sido un tema recurrente entre ustedes.
-Sí, todo el tiempo (risas). En todas las comidas hablábamos de las novedades, de qué actor dijo que sí y cuál no. Pero eso también estuvo bueno porque lo volvió algo mucho más natural y hasta más divertido para todos.
-Mientras tu papá Ricardo se quedaba mirando sin palabras.
-Sí, está indignado porque él también quiere hacer algún cameo. Estamos viendo si lo conseguimos o no. En Verdades verdaderas ya había intentado ser extra pero no pudo. No lo dejamos. De todos modos, más allá de esta cuestión me acompaña todo el tiempo. Quiere ir al rodaje, quiere estar presente para ver. Todos los días me pregunta dónde filmamos así pasa a visitarnos. Me cansé de decirle que justo estos días estamos grabando en un monoambiente y se complica. Entonces, él me contesta: “Bueno, mañana voy”.
-Pasaron seis años entre Verdades verdaderas y Las grietas de Jara, ¿qué cambios notás en vos?
-A nivel personal, creo que estoy más grande. Antes, había cosas que nacían quizás desde un lugar un poco más arrebatador. El tiempo me dio más frialdad a la hora de pensar desde lo técnico qué estoy contando. Me pasa con Verdades verdaderas, veo algunas escenas y pienso “qué lástima que no me pude tomar el tiempo para repensar ciertas cosas”. También es cierto que con esta nueva película tuve dos años para trabajar con el guión junto con Emiliano Torres, hacer un storyboard, repensar cada detalle y recorrer los lugares en los que transcurre el libro. Eso me ayudó a entender un poco más a Pablo Simó y su relación con Leonor, con la vida, con Jara. Y eso también creo que me lo dio la edad.
-En estos seis años de ausencia en la pantalla grande, se hablaron de dos proyectos tuyos: una comedia con guión propio y una adaptación cinematográfica del Juicio a las Juntas. ¿Qué pasó con ellos?
-La comedia quedó frenada por un tema de presupuesto. Se me cayó unos meses antes de filmarla. Tenía el guión listo, el elenco confirmado pero no pudimos hacerla. Se llamaba Fuera de temporada y eran seis amigos que se iban de viaje a Uruguay por una despedida de soltera de una que se casaba y en esos dos días allá, cada uno iba a desarrollar sus conflictos potenciados por la convivencia. Después, la otra película era un proyecto mucho más a largo plazo. Pero también se cayó. Surgió en una época donde las universidades aportaban más fondos para el cine. La Universidad de Junín iba a financiar el guión y eso quedó a mitad de camino. La idea era hacer una ficción sobre el proceso a las Juntas, teniendo la historia como contexto y lograr una película que sea cien por ciento de juicios, algo que acá no tenemos.
-Hasta ahora trabajaste adaptando historias de otros, ¿te gustaría rodar un guión propio?
-Me encantaría. Quizás Fuera de temporada fue lo más cercano a esta idea. Pero también yo soy el primero en agarrar y decir que uno busca a los que saben para hacer esas cosas. Yo pude adaptar el libro de Claudia porque estaba con Emiliano. No sé si podría hacer una historia cien por ciento mía. En el caso de Fuera de temporada, hice una clínica de guión y hasta contraté a otra persona para que me ayude. También hay que ver si se me ocurre una buena idea para hacer yo solo, algo que nazca únicamente de mí.
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