El otro verano es una película que cuenta una historia pequeña y que transcurre en apenas dos o tres días consecutivos. Habla del encuentro azaroso, o no tanto, entre Rodrigo y Juan. Rodrigo necesita arreglar las cabañas que alquila a turistas en las sierras del norte de Córdoba y Juan, recién llegado desde Buenos Aires, se ofrece para ayudarlo. De a poco se revelarán algunos elementos que darán cuenta del pasado de ambos y de que quizás hay algo que los une.
Me interesa contar las películas desde los personajes y que los actores pongan desde su experiencia para el desarrollo de cada uno de ellos. El trabajo con todos los protagonistas de la película fue desde un lugar más bien intuitivo: ¿De donde vienen esos personajes? ¿Que buscan? Eran preguntas que surgían, pero que al mismo tiempo trataba de esquivar en su respuesta. Tratando de no ser explícitos en la historia, pero que poco a poco se deje entrever eso que los va uniendo.
El pueblo de San Marcos con esa mezcla de agreste, despojado y de destino turístico, me pareció el lugar indicado para situar al personaje de Rodrigo, que vive ensimismado, con dificultades para relacionarse con todos: con sus amigos, con su novia, con su padre. La película es sobre todo un relato sobre las relaciones humanas, y de como los vínculos cercanos pueden generar otro tipo de manera de transcurrir la vida. Hay una intención muy concreta en el registro de la película, y del tono de la actuación, distante y austero, para reflejar el estado emocional de los personajes. Esta búsqueda también se dio a partir de la necesidad o el interés que tengo en que el espectador pueda completar con sus reflexiones y emociones, incluso con su propia vivencia, lo que le sucede a los personajes. No es mi intención ofrecer al espectador una relato cerrado y un mensaje único. Es más bien mi intención al hacer la película una experiencia de reflexión, donde las emociones giren alrededor de las ideas que el espectador se va haciendo durante el transcurso de la película, e incluso después.
En el plano visual y sonoro la búsqueda se orientó a generar proximidad con la percepción de los personajes. En cómo ellos perciben su entorno y al resto de los personajes que se cruzan en este pueblo. Hubo un trabajo meticuloso en la postproducción para recrear los espacios sonoros de las locaciones, los sonidos de los pájaros, los animales rurales, los sonidos de los ríos y del viento en los árboles.
Siempre es una búsqueda para mí que el espacio geográfico donde transcurren las películas o proyectos que hago tenga un peso específico propio, que sea casi un personaje más dentro del relato, con su propio carácter, y que puedan interactuar con los protagonistas de la historia. En El otro verano creo que hay un gran logro en este sentido, y siento que la selección de la locación a sido un gran acierto para completar las emociones que rodean a historia y sus personajes.
Julián Giulianelli
(Director de El otro verano)
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