Soy lector. Un libro siempre me acompaña en mi mochila. Una biblioteca alta y sobrecargada ocupa un lugar central en la distribución de mi casa.
Desde chico mantengo un interés especial por la literatura Argentina. Creo que a los veinte años, ya había leído casi toda la obra de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. En los últimos años seguí de cerca la aparición y el crecimiento de algunos jóvenes autores argentinos, muchos de ellos de mi generación, como Selva Almada, Samanta Schweblin, Juan Diego Incardona, Iosi Havilio y Félix Bruzzone.
Más de una vez, me encontré recorriendo las primeras páginas de alguna novela con la fantasía de una posible adaptación. Pero el qué contar, el cómo contarlo, o algún otro motivo, me hacían sentir que algo no terminaba de cerrar.
En 2011, cuando leí Barrefondo de Félix Bruzzone, la cosa fue distinta, sentí de entrada que en la novela había un material muy potente para ser trasladado a la pantalla: la construcción de Tavo, el personaje central; la forma de habla de muchos personajes; la atmósfera suburbana, realista y enrarecida a la vez; el contexto de los countries de Buenos Aires; ciertas ambigüedades morales que atraviesan el relato de principio a fin.
Todos estos elementos aparecían en la novela claramente filtrados desde la mirada de lo real, ya que Félix es escritor pero también trabaja como piletero, al igual que el protagonista de su novela. Como toda mi experiencia previa en cine tiene que ver con el documental (Parador Retiro, Gricel, Los pibes) y Barrefondo sería mi primera película de ficción, encontraba en el anclaje de la novela con lo real algo cercano, posible y afín.
Al poco tiempo, junto a Carolina Fernández, la productora de la película, nos juntamos con Félix Bruzzone y él accedió con confianza y generosidad a que adaptemos la novela. En aquel momento Félix nos dijo que no sabía nada de guiones de cine y por eso decidió no participar “directamente” en la escritura, pero sí siguió paso a paso, cada una de las versiones del guión.
El camino para producir la película, desde una productora pequeña e independiente como la nuestra, fue largo, arduo y sinuoso. Pasaron varios años hasta que logramos completar la financiación de la película.
Cuando llegó el momento de planificar el rodaje, nos enfrentamos principalmente a los cambios que encontrábamos en el paso de un terreno que conocíamos mucho como el del documental a este mundo nuevo e inquietante que nos proponía el cine de ficción. En lo personal, en este aspecto surgían los principales desafíos. En el documental los equipos están conformados por cuatro o cinco personas, los rodajes son muy extensos y muchas veces por etapas y obviamente no hay actores. En esta ocasión, tenía que trabajar con un equipo diez veces más grande, sostener un rodaje muy intenso en un periodo de tiempo realmente muy corto y conocer el misterioso y fascinante mundo de los actores.
Para definir al protagonista de la película, junto a Lisandro Musso, el coach de actores de la película, hicimos un casting muy cerrado entre tres actores que me gustan mucho y que pese a ser bastante distintos, podrían ser posibles Tavos. Finalmente, elegimos a Nahuel Viale, un actor muy talentoso, intuitivo e inteligente. Su personaje está en prácticamente cada uno de los planos de la película y estamos muy conformes con su desempeño. Como elegimos a Nahuel en una etapa muy inicial del proceso de la película, fue muy valioso poder contar con su participación en diversos castings y encuentros con otros actores. Podemos decir que el resto de los personajes de la película se fueron conformando alrededor de él. Buscábamos equilibrio y matices, para componer el universo actoral de Barrefondo. Conseguimos un elenco muy talentoso y reconocido. Fue un lujo, para una primera película de ficción, contar con nombres como los de Sergio Boris, María Soldi, Claudio Da Passano, Osqui Guzmán y Adrián Fondari.
Rodamos el verano pasado, durante cuatro calurosas e intensas semanas en el Partido de Esteban Echeverría en la Provincia de Buenos Aires.
Con Karina Expósito, la montajista de la película, buscamos el equilibrio entre los diferentes elementos, tonos y matices que propone el relato. Siempre pensé en Barrefondo como una película de cruces. En cierto sentido, cruza las películas de personajes y atmósferas con las películas de género, ya que hay un personaje central que atraviesa un claro conflicto interno, pero también hay una trama que lo contiene y que tiene mucho que ver con la estructura de un policial. Cruza la forma de construcción del cine de ficción con algunos elementos de puesta en escena que tienen más que ver con el cine documental, como la cámara en mano o los planos secuencia. Incluso cruza también –a través de varios personajes de la película- algunos límites morales que podrían llegar a incomodar a algunos espectadores que esperen que las cosas estén dadas a partir de una idea un poco más maniquea del bien y el mal.
Hace poco, cuando estábamos terminando la postproducción, escuché al artista plástico Daniel Santoro reflexionar acerca del agua. Él lanzaba una línea imaginaria entre el agua cristalina de las piscinas y el agua turbia de los zanjas en los barrios. Me pareció que era algo que tenía mucho que ver con esta idea de cruces metafóricos y literales que nos propusimos contar en nuestra película.
Jorge Leandro Colás
(Director de Barrefondo).
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